Iré al grano. Lo
primero es destacar la historia en sí misma, muy ligada a la intención del
autor —incisiva y cruel, barriobajera—. Se trata de un trabajo fresco, crítico
y muy bien pensado, fácil de leer. Para que os hagáis una idea literaria,
podría compararse a ciertas obras de Irvine Welsh o de W. R. Burnett. Muy del
rollo cinéfilo de Tarantino o Guy Ritchie. En definitiva, para mi gusto, que no
es malo, la novela de Juan Cabezuelo posee un ritmo salvaje y frenético que me
apasiona, ideal para la temática criminal elegida y muy vacacional, para
cogerla en tres días y devorarla.
Destaco el halo poético y la gran crítica
social y humana que hace. No deja títere con cabeza. Cada párrafo es una
puñalada trapera y malintencionada directa al hígado. Los personajes son muy de
la calle: drogadictos, asistentas, viejas viudas, capos, lugartenientes con
complejo de inferioridad, travestis, matones sin principios, prostitutas y
niñatos. Un cóctel prometedor que no defrauda en ningún momento. Shakespeare
habría aplaudido el final de la historia hasta morir de un infarto, puedo
asegurarlo. No tiene desperdicio.
La trama se desarrolla en Barcelona y, en
un principio, gira en torno a Tétanos, un ratero de poca monta que se cree
inmortal y roba a quien no debe, cuando no debe e implicando a todos los
personajes —lo hace sin tener la más remota idea, claro; de otra forma no
tendría tanta gracia—. Es increíble la que se lía. Mucha sangre, sexo, orina,
sudor, nervios y agonía.
La única traba de la novela es el trabajo
editorial, que estropea la forma sin venir a cuento. Como editor independiente soy
consciente de la exigencia que debe tener un autor consigo mismo, pero también
lo soy de la cantidad de historias realmente buenas, como es el caso de Hasta el tuétano, que no reciben el
cariño que merecen y son destrozadas por editoriales cutres repletas de
carroñeros. Muchos autores, dignos de tener un hueco en el mundo literario, son
tratados como monederos andantes por este tipo de empresas —frías y
despiadadas, muy alejadas del arte y las emociones positivas—. Todo se habría
solucionado con una buena revisión y una unión de conceptos, pero claro, para
eso hay que gastar dinero y trabajar, y con lo que se roba a los autores no
llega.
Por mi parte, voy a
defender esta obra porque lo merece y me da la gana. Un autor así, con una
calidad mental tan fuera de lugar, que se atreve a decir cosas que parecen no
existir, tan necesarias en el mundo, necesita recibir algo a cambio. Cuando
encuentre un editor que quiera modelar sus obras lo veremos como lo que es: un
talento en alza con mucho margen de mejora. Juan Cabezuelo, amigos.
muchas gracias por esas palabras que me dedicas hermano, se agradece el apoyo que tengo con estos actos de solidaridad, pues me estáis dando mucho más apoyo del que debería recibir de quien se queda el 85% de las ganancias de mi novela por no haber hecho mucho más que ponerla a la venta en una plataforma digital. Como tus siemore sueles decir, UN ABRAZACO
ResponderEliminar