miércoles, 17 de agosto de 2016

Hasta el tuétano, de Juan Cabezuelo





Iré al grano. Lo primero es destacar la historia en sí misma, muy ligada a la intención del autor —incisiva y cruel, barriobajera—. Se trata de un trabajo fresco, crítico y muy bien pensado, fácil de leer. Para que os hagáis una idea literaria, podría compararse a ciertas obras de Irvine Welsh o de W. R. Burnett. Muy del rollo cinéfilo de Tarantino o Guy Ritchie. En definitiva, para mi gusto, que no es malo, la novela de Juan Cabezuelo posee un ritmo salvaje y frenético que me apasiona, ideal para la temática criminal elegida y muy vacacional, para cogerla en tres días y devorarla.
    Destaco el halo poético y la gran crítica social y humana que hace. No deja títere con cabeza. Cada párrafo es una puñalada trapera y malintencionada directa al hígado. Los personajes son muy de la calle: drogadictos, asistentas, viejas viudas, capos, lugartenientes con complejo de inferioridad, travestis, matones sin principios, prostitutas y niñatos. Un cóctel prometedor que no defrauda en ningún momento. Shakespeare habría aplaudido el final de la historia hasta morir de un infarto, puedo asegurarlo. No tiene desperdicio.
    La trama se desarrolla en Barcelona y, en un principio, gira en torno a Tétanos, un ratero de poca monta que se cree inmortal y roba a quien no debe, cuando no debe e implicando a todos los personajes —lo hace sin tener la más remota idea, claro; de otra forma no tendría tanta gracia—. Es increíble la que se lía. Mucha sangre, sexo, orina, sudor, nervios y agonía.    
    La única traba de la novela es el trabajo editorial, que estropea la forma sin venir a cuento. Como editor independiente soy consciente de la exigencia que debe tener un autor consigo mismo, pero también lo soy de la cantidad de historias realmente buenas, como es el caso de Hasta el tuétano, que no reciben el cariño que merecen y son destrozadas por editoriales cutres repletas de carroñeros. Muchos autores, dignos de tener un hueco en el mundo literario, son tratados como monederos andantes por este tipo de empresas —frías y despiadadas, muy alejadas del arte y las emociones positivas—. Todo se habría solucionado con una buena revisión y una unión de conceptos, pero claro, para eso hay que gastar dinero y trabajar, y con lo que se roba a los autores no llega.
  
Por mi parte, voy a defender esta obra porque lo merece y me da la gana. Un autor así, con una calidad mental tan fuera de lugar, que se atreve a decir cosas que parecen no existir, tan necesarias en el mundo, necesita recibir algo a cambio. Cuando encuentre un editor que quiera modelar sus obras lo veremos como lo que es: un talento en alza con mucho margen de mejora. Juan Cabezuelo, amigos.






1 comentario:

  1. muchas gracias por esas palabras que me dedicas hermano, se agradece el apoyo que tengo con estos actos de solidaridad, pues me estáis dando mucho más apoyo del que debería recibir de quien se queda el 85% de las ganancias de mi novela por no haber hecho mucho más que ponerla a la venta en una plataforma digital. Como tus siemore sueles decir, UN ABRAZACO

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