Los escarabajos de acero suben por mi cuello
y taladran mi cráneo.
Veo al gobernador biomecánico,
quiere implantarme unas garras de metal
con veneno en las uñas.
La mente humana nació en un abismo.
Los sentidos normales se aturden
cuando vives en una dimensión mental
desconocida para muchos congéneres.
Viajas a mundos imaginativos, recónditos;
desapareces la ecuación principal.
La podredumbre interna no se hereda.
Puede que el tema de las garras de metal
sea una patraña producto de mi enfermedad mental,
no lo niego. Sin embargo, es mi deber avisar:
huye, corre, aléjate de las garras imaginativas
del gobernador biomecánico.
La sociedad es un cerebro enfermo.